PIER PAOLO PASOLINI nació en Bolonia en 1922 y murió en Ostia (Roma) en 1975. Entre otros libros, ha publicado: La religione del mio tempo, Poesia in forma di rosa y Trasumanar e organizzar.
Traducción de Carlos Vitale
TENER OJOS Y NO SABER VER
El problema es tener ojos
y no saber ver
no mirar las cosas que suceden.
Ojos cerrados.
Ojos que ya no ven…
Que ya no son curiosos.
Que no esperan
que suceda nada.
Quizá porque no creen
que exista la belleza.
Pero por el desierto de nuestras calles
ella pasa
rompiendo el finito límite
y llenando nuestros ojos
de infinito deseo.
AVERE GLI OCCHI E NON SAPER VEDERE
Il problema è avere gli occhi
e non saper vedere
non guardare le cose che accadono.
Occhi chiusi.
Occhi che non vedono più…
Che non sono più curiosi.
Che non si aspettano
che accada più niente.
Forse perché non credono
che la bellezza esista.
Ma sul deserto delle nostre strade
Lei passa
rompendo il finito limite
e riempiendo i nostri occhi
di infinito desiderio.
UN TEDIO…
Un tedio, una furia (no por nada
he sufrido toda una adolescencia)
con el sudor me bañan en el alba,
a duras penas despierto.
Esta es una mañana de la vida; días,
ansias, gestos, cantos, todo pálido,
heme aquí ahora en un punto en que el mismo
cuerpo me es ignoto.
El pasado me vence; me hace vano
(con tantos sueños parecidos durante un poco
muy dulces, y, solo por haber pasado,
lejano juego)
ay me hacen vano también el suave aspecto
del jovencito que el alba en las pupilas
me despierta, y con la vieja luz también él
me parece un mal.
UNA NOIA…
Una noia, una furia (non per nulla
ho sofferto un’intera adolescenza)
col sudore mi bagnano nell’alba,
sveglio a fatica.
Questo è mattino della vita; giorni,
ansie, gesti, canti, tutto smorto,
eccomi ora a punto in cui lo stesso
corpo mi è ignoto.
Il passato mi vince; mi fanno vano
(con tanti sogni parsi per un poco
ben dolci, e, sol per essere passati,
lontano gioco)
ahi mi fa vano anche il soave aspetto
del giovinetto che l’alba alle pupille
mi desta, e con la vecchia luce anch’esso
mi pare un male.
TÚ ESTÁS LEJOS…
Tú estás lejos en tu figura
para mí del todo ignota, de niño.
Por estos campos, también ignotos, ibas
con frescas vestiduras.
Oías los jilgueros, los verderones;
y los nimbos fabulosos del pasado
que surcaban el cielo, han desaparecido
con tu cuerpo.
Y también estás lejos en un futuro
que conoces, y te encanta; y ya te roza
esa figura de hombre, de años ignotos,
de ignotos campos.
Lejos, si te toco, oh jovencito
estás con tus días; pero si miro al suelo,
allí, entre la hierba hay un tiempo detenido, igual,
que me conforta.
TU SEI LONTANO…
Tu sei lontano nella tua figura
a me del tutto ignota, di fanciullo.
In questi campi, pure ignoti, andavi
con fresche vesti.
Udivi i cardellini, i lucherini;
e i nembi favolosi del passato
che solcavano il cielo, son scomparsi
con quel tuo corpo.
Ed anche sei lontano in un futuro
che conosci, e ti incanta; e già ti sfiora
quella figura d’uomo, d’anni ignoti,
d’ignoti campi.
Lontano, se ti tocco, o giovanetto
stai con i tuoi giorni; ma se guardo a terra,
lì, tra l’erba c´è un tempo fermo, uguale,
che mi conforta.
A MÍ
En este mundo culpable, que sólo compra y desprecia,
yo soy el más culpable, aridecido de amargura.
A ME
In questo mondo colpevole, che solo compra e disprezza,
il più colpevole son io, inaridito dall’amarezza.
A LOS LITERATOS CONTEMPORÁNEOS
Os veo: existís, seguimos siendo amigos,
felices de vernos y saludarnos, en algún café,
en casa de las irónicas señoras romanas…
Pero nuestros saludos, las sonrisas, las comunes pasiones,
son actos de una tierra de nadie: una… wast land,
para vosotros, un margen, para mí, entre una historia y otra.
Realmente ya no podemos estar de acuerdo: me estremece,
pero es en nosotros donde el mundo es enemigo del mundo.
AI LETTERATI CONTEMPORANEI
Vi vedo: esistete, continuiamo ad essere amici,
felici di vederci e salutarci, in qualche caffè,
nelle case delle ironiche signore romane…
Ma i nostri saluti, i sorrisi, le comuni passioni,
sono atti di una terra di nessuno: una… waste land,
per voi, un margine, per me, tra una storia e l’altra.
Non possiamo più realmente essere d’accordo: ne tremo,
ma è in noi che il mondo è nemico al mondo.
A LUZI
Estos siervos (ni siquiera pagados) que te rodean,
¿quiénes son? ¿A qué verdadera necesidad responden?
Tú callas, tras ellos, con cara de quien hace poesía:
Pero ellos no son tus apóstoles, son tus espías.
A LUZI
Questi servi (neanche pagati) che te circondano,
chi sono? A che vera necessità rispondono?
Tu taci, dietro a loro, con la faccia di chi fa poesie:
ma essi non sono i tuoi apostoli, sono le tue spie.
FRAGMENTO EPISTOLAR, AL MUCHACHO CODIGNOLA
Querido muchacho, sí, claro, encontrémonos,
pero no esperes nada de este encuentro.
Si acaso, una nueva desilusión, un nuevo
vacío: de aquellos que hacen bien
a la dignidad narcisista, como un dolor.
A los cuarenta años yo estoy como a los diecisiete.
Frustrados, el de cuarenta y el de diecisiete
pueden, claro, encontrarse, balbuceando
ideas convergentes, sobre problemas
entre los que se abren dos décadas, toda una vida,
y que, sin embargo, aparentemente son los mismos.
Hasta que una palabra, salida de las gargantas inseguras,
aridecida de llanto y deseo de estar solos,
revela su irremediable diferencia.
Y, además, tendré que hacer de poeta
padre, y entonces me replegaré sobre la ironía,
que te incomodará: al ser el de cuarenta
más alegre y joven que el de diecisiete,
él, ya dueño de la vida.
Más allá de esta apariencia, de este aspecto,
no tengo nada que decirte.
Soy avaro, lo poco que poseo
me lo guardo apretado en el corazón diabólico.
Y los dos palmos de piel entre pómulo y mentón,
bajo la boca torcida a furia de sonrisas
de timidez, y los ojos que han perdido
su dulzura, como un higo agrio,
te parecerían el retrato
precisamente de esa madurez que te hace daño,
madurez no fraterna. ¿De qué puede servirte
un coetáneo, simplemente entristecido
en la delgadez que le devora la carne?
Cuanto ha dado ya lo ha dado, el resto
es árida piedad.
FRAMMENTO EPISTOLARE, AL RAGAZZO CODIGNOLA
Caro ragazzo, sì, certo, incontriamoci,
ma non aspettarti nulla da questo incontro.
Se mai, una nuova delusione, un nuovo
vuoto: di quelli che fanno bene
alla dignità narcissica, come un dolore.
A quarant’anni io sono come a diciassette.
Frustrati, il quarantenne e il diciassettenne
si possono, certo, incontrare, balbettando
idee convergenti, su problemi
tra cui si aprono due decenni, un’intera vita,
e che pure apparentemente sono gli stessi.
Finché una parola, uscita dalle gole incerte,
inaridita di pianto e voglia d’esser soli,
ne rivela l’immedicabile disparità.
E, insieme, dovrò pure fare il poeta
padre, e allora ripiegherò sull’ironia
— che t’imbarazzerà: essendo il quarantenne
più allegro e giovane del diciassettenne,
lui, ormai padrone della vita.
Oltre a questa apparenza, a questa parvenza,
non ho niente altro da dirti.
Sono avaro, quel poco che possiedo
me lo tengo stretto al cuore diabolico.
E i due palmi di pelle tra zigomo e mento,
sotto la bocca distorta a furia di sorrisi
di timidezza, e l’occhio che ha perso
il suo dolce, come un fico inacidito,
ti apparirebbero il ritratto
proprio di quella maturità che ti fa male,
maturità non fraterna. A che può servirti
un coetaneo — semplicemente intristito
nella magrezza che gli divora la carne?
Ciò ch’egli ha dato ha dato, il resto
è arida pietà.