VERÓNICA AGUILAR nació en Sabadell en 1975 y actualmente reside en Barcelona, España. Se graduó como trabajadora social en la Universidad de Barcelona y desde entonces se ha dedicado a acompañar a mujeres víctimas de violencia de género. En 2023, en medio de un periodo de crisis personal, encontró en la poesía un refugio, y en 2024 comenzó a recitar en diversos espacios culturales de Barcelona. Para Verónica, escribir es su forma de responder al anhelo, al dolor y a las preguntas sin respuesta. Es un acto involuntario de sentir y una acción espontánea de pensar, impulsada por la necesidad de resolver aquello que no logra comprender en su interior. Comparte su obra en la cuenta de instagram @tintacontraluz.
MÁS ALLÁ DE LA PIEL
Más allá de la piel
se hace de noche cada día
y se vuelve eterna la distancia
entre la verdad que brota de esta fuente inagotable
y los cauces equívocos que toman las palabras
cuando abandonan mi boca
Más allá de la piel se esconden lobos hambrientos
que merodean atentos demasiado cerca de mi perímetro seguro
y es cosa mía bajar la guardia
soltar las armas
para darme cuenta
que el peligro no solamente acecha fuera
Estas fronteras humanas
delimitan cuánto de mí desprendo
cuánto respiro hacia dentro
Puedo tocar y no lograr atravesar
pueden tocarme y ser un roce inconveniente
soy permeable con pretensión
estanca con salida al exterior
En la piel se decide querer bien
y también el mal querer
Determina si abrimos las ventanas del alma
o somos largos confinamientos
Es testigo silenciosa de las corrientes innatas
de quien parte a otros lugares o quien quiere volver
es fiel compañera y prueba certera
de aquellas miradas que fingen ser casa
pero que en realidad no ven
más allá de la piel
OLVIDOS
Se me olvidó todo, sin querer
Olvidé cómo sienta la brisa junto al mar a final de agosto
y poner un pie delante de otro
ante mi torpeza por querer alcanzar cosas sin preguntar
Se me olvidaron las mañanas frías de enero
apuntar en el cuaderno cada ráfaga de inspiración en mis entrañas
la forma en que se abraza la gente sin coraza
y la sensación de sed
Se desvanecieron de mi mente las palabras contenidas y no dichas
la imagen de mi padre lanzando piedras que saltaban tres veces sobre el agua
mientras la rama de hinojo en mis labios sabía a todo menos amargura
Se me olvidó todo lentamente
El sentir, el respirar y hasta el dejarme florecer
se me olvidaron todas las pequeñas cosas que hacen de un corazón un corazón
y de mezclarme como lienzo y papel con otra piel
Todo, se me olvidó
Apenas queda sentido, gusto ni tacto
en este vaso de flores secas
en este cuerpo de cicatrices viejas y mal curadas
Pero quedan los fragmentos precisos de nostalgia
para seguir recordando
que sin quererlo
se me olvidó quererme
se me olvidó querer
CARTA A UN ADIÓS QUE NO QUIERO
Hace tanto tiempo que soy memoria lejana
hace tanto tiempo que cuelgo de las cuerdas
como ropa que alguien olvidó recoger
Atravieso esta casa de pasillos largos sin luz
convertidos en corredores
como estas horas que pesan y días que pasan
que cuartean la piel como grietas
de un paisaje fijo en el tiempo
Y a todo esto no quiero
no quiero que otros brazos te tengan
y lo sembrado por mí
lo cuidado y regado por este pecho partido en dos
florezca en otras tierras
Y a todo esto no quiero
no quiero que anides en otros tejados
ni que coman de tus manos bocas hambrientas
como te alimentabas un día
de lo poco que en nosotras queda hoy de mí
Y con manos, nidos y pasillos desiertos
vuelvo sola a las tierras prósperas
que fueron mis entrañas en llamas por hacerte feliz
la labor incansable de hacer de ti
un lado menos oscuro de la luna
un rincón amable donde cerrar los ojos
y poder dormir