YESENIA ESPINOZA ROMÁN, licenciada en Lingüística, literatura y lenguajes audiovisuales, Magister en literatura infantil y juvenil. Ha publicado en revista de la Unae, Revistas digitales como “Iguales” (México), “Loja grita arte” y “Máquina combinatoria”. Posee cuatro poemarios: “Eros es Razón” (2013), “Brumas de amor y soledad” (2014), “Desde las calcinadas llanuras del amor” (2017), “La segunda luna” (2022). Cuentos infantiles “El señor Pestañas” (2021) y “Mamaíta Guillermina” (2023). Forma parte de libros colectivos como: “Continuo, discontinuo, continúo” (2021) y “Octámbulos” (2022). Consta en la antología digital “Habito en letras” (Honduras, 2020); Edición 14ª de Paralelo Cero (2022), “Antología de poesía cuencana” (2023), “Poema único” (2024). Ha participado en el encuentro Paralelo Cero en los años 2022 y 2023; y en recitales poéticos a nivel nacional e internacional.
DESCONSOLADA
Ahora entiendo el lenguaje del dolor. Me he convertido en un guiñapo de ideas nulas. Todo tan intempestivo e intenso. Mi sueño como siempre tan momentáneo. Un examen positivo, la ansiedad y la duda y todo progresa atropelladamente.
La decisión final, muy frustrante. Un corte humeante, la anestesia y el sufrimiento. En mi vientre, cielo oscuro, encontraron una estrella encapsulada y muerta. Imaginé a través de lágrimas la existencia de él o de ella. Le nombramos: Frida o Genaro. La incomodidad física no supera ese dolor. La herida trasciende a lo invisible. Sentía una tristeza perdurable. Tenía culpa, ¡tal vez lo asesiné!, me lo dije, te lo dije. La palabra, la mirada, el abrazo y cualquier gesto de compasión son vacíos ante la dolencia.
Tu sangre y la mía formaron un astro indefinido, un agujero negro, pero mi universo era pequeño para poder recibirlo. Una minúscula parte tuya formó una galaxia en mi vida.
Enterré a nuestro hijo y no estuviste. Su féretro es un envase de plástico con formol, guardado en una caja de madera.
FÚNEBRE
Me estoy quedando en la penumbra
Acompañada por el cadáver
Del último día.
Tengo en mis manos deshojadas
Las horas que hoy son mustias.
Las velas lloran como mis ojos,
El símbolo de adiós desfigura el rostro.
El féretro es mi corazón
Y la bóveda, el olvido.
RECONOCER
Heme aquí
con el cabello como musgo alegre
y con tu mar descansando en mi ombligo.
Me reconozco
en cada rosa dejada en tu boca
en todos los pétalos y orgasmos entregados al oído.
Luego de una tarde desnuda,
soy hueso ardiente
que reposa en tu cuerpo de canela.