ERIKA LEON AGUILAR (Perú, 1998) escribe desde la herida, la duda y la ternura. Psicóloga de profesión y escritora por instinto, su poesía transita el amor, la ansiedad, el cuerpo y la memoria, con una voz íntima, honesta y profundamente humana. Es autora del poemario Desde mí, una recopilación de textos escritos a lo largo de una década. Actualmente, explora la convergencia entre literatura, salud mental y narrativa femenina.
La ciudad del silencio
Mi labio sangra,
y el sabor carbonizo de mi boca no se va.
Como un volcán en cenizas antes de la erupción: silencio.
Silencio en mí y en ti,
en el pueblo,
en Pompeya.
Deja de sangrar, cuerpo mío,
déjala ya.
Piedad —grita cada ciudadano,
cada fibra de un ser.
El dolor no se propaga,
la quemadura la lleva cada uno.
La gran polis murió.
Ahora el silencio reinó.
Quietos…
no vaya a ser que el volcán los escuche.
Muertos, enterrados y sucumbidos,
la ciudad del rey piedra.
Aun cuando camino entre cenizas y rocas,
oigo el latido de un gran corazón,
el que no perdió razón.
Aun cuando dejo a los leones salir:
Roma no murió.
En el lugar y momento de los amantes
(Dicen que los franceses no apuestan más de 26)
En el lugar y momento de los amantes,
fuimos Cortázar por la noche
y Neruda al amanecer.
Una buena temporada de placer,
que se resume a un francés.
Recuerdo cuando nos perdimos
entre el Louvre y Voltaire.
¡Oh, vaya mes!
Aún siento la magia
cada vez que escucho a París llover,
a pesar de que nos convertimos
en la lluvia bajo nuestros pies.
Y todo lo que sé
es que Lorca pudo correr,
pero por ti, gales,
yo creí en la sonata número veintitrés.
¡Oh, vaya mes!
El que pasé… al volver.
Ponme en el momento una vez
y te pediré querer otra vez,
aunque, tal vez, esta vez
no regrese por poder.
Y ahora que somos 1964,
la primera, diría Borges,
donde tú me dueles
y ya no hay a quién querer…
Solo me queda preguntarte a ti, francés:
¿Alguna vez me quisiste?
Hoy
Y hoy, que ese día por fin ha llegado,
no hay venganzas, ni amarguras, ni penas.
Solo una calma extraña, en el espacio que ocupó el dolor.
Y ahora, es como si todo eso ya no importara.
Como si la vida de la que escribía ya no existiera.
Donde mi mente reposa en armonía
y mi cuerpo se curó en el alma.
Pero aún así,
sí que fue necesario escribirlo,
para no olvidar un comienzo.
Un comienzo de lo vivido.