ORIANA MÉNDEZ (Galicia, España, 1984) es una poeta en lengua gallega. Ha publicado los libros de poesía Derradeiras conversas co capitán Kraft (2007), Cero (2011), O que precede a caída é branco (Premio de poesía do Concello de Carral, 2015), O corazón pronúnciase extenso (Premio de Poesía Rosalía de Castro, 2019), Interna (Premio de Poesía Afundación, 2020) y, a fines de 2023, chairas sucesións. Forma parte, entre otras, de antologías como Anthology of Galician Literature (1981-2011); 13. Antología de la poesía gallega próxima (Papeles Mínimos), o Poesía bajo sospecha. españolas nacidas entre 1976 y 1993 (Animal Sospechoso). Ha visto publicados algunos de sus poemas en revistas de ámbito gallego, como Dorna. Expresión poética gallega; de ámbito hispano, como Nayagua, revista del Centro de Poesía José Hierro o de ámbito anglosajón, Waxwing Literary Journal. Participa en recitales y encuentros literarios como el ciclo Poetas Di(n)Versos, coordinado por la poeta Yolanda Castaño; el encuentro Sin ánimo generacional: coordenadas poéticas de los nacidos en los 80, dirigido por Andrés Catalán y Pablo López Carballo; el festival Cosmopoética, de Córdoba; o en el proyecto Afinidades Electivas, promocionado por el Ministerio de Cultura, que le llevó a conversar en librerías con las poetas Ruth Llana y Verónica Aranda. Traduce poesía entre francés, castellano y gallego. Recientemente, ha visto la luz el volumen que recoge Las iluminaciones y Una temporada en el infierno (Rimbaud), traducido junto a la también poeta Tamara Andrés para Cuatro Lunas.
Desde esa área matriz caminaron
El trigo se ondulaba indiferente
inconmovibles el mundo y el trigo
seguían su deambular más allá después
de todo este aliento de lenguaje
de tiempo mutuo
llanuras horizontes sucesivas
Es el momento, ha de decirse:
El preludio de la mirada que alcanzaban
lo alcanzaban como bóveda transparente
en la que todo se reproducía, veían
las imágenes correr
bala que se extraviaba, así las figuraciones
de esto que quizás estuviese sucediendo, no
estaba sucediendo, veis
no veis cómo se derramaban
se derrumbaban
Lo que dos veían es precisamente lo mismo
que no podían ver
Me refiero a un panóptico de quimeras
no a un misterio, precisamente
a un puro mecanismo de visión transcendente
entre lo que dos seres pueden
entre lo que dos seres pueden hacer
precipitar en esta
en una conversación o planicie
Todo lo que se dice es el tiempo
clausurado en pocos días en infinitos
días que se divisan en esa bóveda y
ella queriendo conducirse
queriendo redondearse, sellar
En ella está el arco del arquero
con su invisible
mitad
reproduce
un encuentro inabarcable
ya cifrado sobre la piel y sobre la sombra
ya que siempre su garganta
ya que cada herida tejiéndose de óxido
ya que los ecos en conjunto han ido
ardiendo en las voces ya que
con las sienes sumergidas
ya que en el horizonte
ya que seres nacidos como una daga
que ha sido afilada lejos
ya que ahora parecen estar como un
pueblo olvidado cuyos árboles conocen
el principio de las estaciones
de todas las nieves y pudo esa gente
ver pasar
otras formas de hambre enamorada
otras como ellos enamorados:
afianza este verso, no lo deslices
ya que de amatista las manos se convierten
y como ella se abren
y como ella la punta de los dedos
ultravioleta rasga y enumera
faltan tres días
ya que este cuerpo tan lejos
de ese cuerpo tan presente:
que nada se mueva
quisiera
repite
quisiera
el junco flexionarse pero no partir en sí
quiso decir, como un cartílago de palabras
elásticas que se despliega y se curva libre:
que nada se mueva
Tal fue su deseo:
la senda del río de la noche convergía
en el hemisferio del arquero
el arquero es más de lo que la flecha puede sostener
es la suma de dos y es más de lo que dos
pudieron sostener
en ese corazón – fábrica
producción interminable de un cielo que se hurga
a sí mismo
cielo escarbado más allá del cielo
sangre entre sus ojos y los míos
A sus labios los míos
Así como tratándose de cualquier figuración, asomó
una entidad desconocida
procedente de las extrañas naturalezas que brotan
de algunos ríos
o clase de agua que la trajo aquí con vida
se presentó como regalo que cae en las manos:
el túnel por el que evacuar
adelantarse irse
una vía para el internamiento
extraviarse en él
en el túnel, en la serpiente
Alguien lleva decenios en su interior
un día alguien trae de fuera lo que falta y
en su mirada otro se transforma
en su silueta se excede
en su torso-sin-rostro del amor o
del espectro, lee
su propia historia a galope tendido
se yerguen negros tejidos de entusiasmo
tejidos de
¿Qué harás?
Dos alcanzarán un territorio
dimensión distinta
un salmódico viaje comprendido por
un manto de agujas
¿Para dónde va esta plétora escrita?
Se podría codiciar: mejor permanecer exentos
dotarse de una lentamente pacífica
organización
y suspenderse del aire
cayendo cada día sin miedo a abandonarse
distraerse, caer
fuera del sentido del tacto
fragmentadas las perplejidades
instalarse en una hebra de vapor
hacer del vapor un espacio vital
no escuchar el pasado asistiendo
al presente
disociarse adormecerse en dirección a
una existencia suave
suave como medusa que se puede desvanecer
con la sonrisa violácea
o suave como la piel de un mamífero gélido
crepúsculo glacial
pero siempre suave como la medianoche
suave como el peligro atravesaste un día
con tu mano imposible la frágil medianoche
Debo reconocer lo que en mí se dice
y el gran silencio que se irradia después
Párpado como lengua late escaso y
acoge lo que va transitando su extensa rugosidad
dos cuerpos conservan la belleza abandonados a
un movimiento que tiende a ellos mismos
que les pertenece
vacilan como océano somnámbulo
caminan hy abren el universo
rasgo tu huella sobre el agua
te veo
escorado hacia las olas contra
arenas sucesivas
distinto la textura acuosa
en cuanto al color, es tan sólo
profundamente oscuro
La trenza de ella es interior
se entreteje contra sí misma
por dentro escoge órganos para una trama
y atenaza su propia lengua y nadie puede
asistirla como árbol
que consigo colisiona que se yergue
que se levanta por dentro
un árbol enraizado desenraizado
que se abisma
que tropieza consigo no llega a
decirse ella marcha fúnebre vendaval
la ceniza se posa en cuanto ella puede
pronunciar que
duele el movimiento para
una yegua que galopa el sonido
que va hacia el territorio del eco
el mundo reverberando en su plexo
pierde los pasos con la mirada se orienta al
ruído visible, doblado
ondas sonoras del color del abdómen
ruido como sinfonía en el pulmón del marino
a la hora del naufragio
asciende su rostro
y su ascensión esperanza al bosque
es el bosque
a él asciende
a él desciende
¿quién está diciendo ahora su nombre?