SERGIO GARCÍA ARROYO nació en Puerto Rico hace 23 años. Estudiante de arquitectura en la Universidad de Puerto Rico, recinto de Río Piedras. Trabaja como investigador y escribe desde siempre. Sergio se define como un estudiante perpetuo, alguien que siempre lleva un libro bajo el brazo, sea conocido o desconocido para quien lo observa. También es un amante declarado de la salsa dura, ese ritmo que acompaña su vida con la misma pasión que sus estudios y sus lecturas.
BABEL
Libélula de contratiempo,
Dulce presagio de homera contienda,
Libélula de libertad,
Libélula de fuego,
Directriz innegable,
Piedra tallada de anno domini,
Zarza ardiente en mar partido,
Libélula sanguinaria,
En tu paladar me deposito
esperando a que el cínico salga por tus amígdalas
a canibalizar mis cesos,
Oh libélula Babeliana,
En tus entrañas busco llegar al cielo.
Oh libélula,
bienaventurada seas,
Me depositó en tu vientre,
Hambriento,
Rodeado de sustento
me alimento y caigo,
Soy cuervo de tu cadáver
NEVÁREZ
¿Qué pensarán los muertos de su tumba?
De aquel terreno sobresaturado de vida,
De aquel huerto celestial ahuyentando sus partidas,
Ferreteros eternos aguardan a los difuntos,
A los desdichados
¿Qué pensarán los muertos de su tumba?
Cuervos cargan a los dichosos al allá
Añorando el inicio que aquel desierto vislumbra
Y buscando entre murmullos callar,
Cargando el vicio del orgullo para que
al difunto lo llore a quien le incumba,
Llamarada conocida,
Celaje de su caída seguida,
Que quienes residan en la tierra
hayan sido más que solo un muerto en vida.
SIN TITULO
Me mordió el diluvio,
Aquella noche me comió y aun no consigo
que me escupa o que me acabe de tragar
PRONÓSTICO DE LLUVIA
Qué diferencia hace un cielo muerto,
mostrando su cadáver decadente,
exhibiendo su herida fulminante,
burlándose de mi condición humana,
de mi mortalidad.
Es un cadáver eterno,
sangrando,
bañándome con sus venas abiertas,
filtrándose por las entrañas del pavimento
Sueño,
Sueno un pronóstico,
Sueño que subo al Cielo y puedo ver sus cimientos,
tengo miedo.
Asciendo lentamente
en lo que único puedo describir como una caída.
Ya no me adhiero al suelo,
Solo caigo.
Caigo hasta no poder ver más la ciudad,
Veo como se aleja todo de mí y pienso en el impacto,
Nauseabundo intento respirar y solo doy respiros agitados a media llenura.
Caigo y caigo,
siento un vacío inmenso,
no sé lo que soy ya,
Lo que queda de mí,
solo que soy y que queda.
Soy de pronto más que un embrión,
resido en el adentro cálido y familiar del amor.
Crezco,
maduro,
siento manos y caigo.
Abro los ojos y tengo delante a mí una escena vista desde tercera.
Me veo en manos ajenas,
cálidas y sensibles
pero firmes
y mientras que siento su tacto
lo voy perdiendo cuanto más caigo.
Grito sin respuestas y veo como todo cae,
la ciudad,
carros,
es como si el firmamento se les arrancase por debajo de sus pies.
Ya no caigo solo,
Caigo conmigo