QASIM SAUODI. Poeta y periodista de Irak, nació en Bagdad en 1969 y es miembro de la Unión General de Escritores y Literatos de Irak. Sus publicaciones abarcan poesía y literatura infantil (cuentos), entre ellas: “Un tercer pulmón” (2010), “Una lámpara cerrada” (2012), “Lo que no vio el corredor” (2013), “Cuando te vi, cometí errores gramaticales” (2014), “Subir a la espalda de mi padre” (2016),“Como un barco de madera volteado en el desierto” (2017), y La rosa no tiene boca…El arma no tiene memoria (2019). En literatura infantil destacan sus cuentos: “La mariposa que ama volar”, “El ganso que caza estrellas”, “El cazador de soles”, “El libro enfermo” y “La mariposa de cera”. Ha publicado numerosos textos y artículos en periódicos y revistas iraquíes y árabes, y recientemente fundó una editorial llamada “Publicaciones Masabih para Literatura Infantil”.
¿Qué están haciendo ahora en el paraíso?
¿Qué están haciendo ahora en el paraíso?
¿Sienten dolor de cabeza como yo
y desconfían de los profetas?
¿Cómo puedo decirles
que el Café donde me siento ahora no tiene techo?
Las paredes se devoran entre sí,
y el vendedor de té discute hasta con una hormiga.
Pero,
tan pronto como entra esa pequeña mendiga,
muy pequeña,
todos guardan silencio.
Ella formula cada día una pregunta desconcertante.
Hoy fue:
¿Qué están haciendo ahora en el paraíso?
Las casas adosadas
Las casas adosadas son como celdas de una colmena,
tristes, como un padre que no encuentra dinero para la medicina,
y solitarias, como la ropa de un hombre muerto.
Son ellas mismas las que gimen cada noche,
contando sus pérdidas:
cadáver sobre cadáver,
hasta que, pasada la medianoche,
tenemos una montaña solitaria de cuerpos.
Los cuerpos que no dejan de sangrar,
como un saco de harina agujereado
que los padres llevan cada noche
a las celdas de la colmena.
La rosa no tiene boca…El arma no tiene memoria
La rosa no tiene boca
para hablar del amor que ofrece,
ni para gritar el dolor de sus espinas.
Solo florece en silencio,
derramando su fragancia como un susurro.
El arma no tiene memoria
para recordar los rostros que ha borrado,
ni las lágrimas que ha provocado.
Solo dispara y olvida,
como si nunca hubiera existido.
La rosa es efímera,
el arma es eterna.
Una deja vida en su paso,
la otra, solo vacío.