MARTHA VALENCIA nació en la ciudad de Villavicencio – Meta (Colombia) en el año 1984 y actualmente reside en la ciudad de Bogotá D.C. Es abogada de profesión, especializada en instituciones jurídico-procesales de la Universidad Nacional de Colombia, y desde el año 2010 ha desempeñado diversos cargos en propiedad y provisionalidad en la Rama Judicial del Poder Público. Martha hizo parte del Taller de Poesía Ciudad de Bogotá – Los Impresentables 2024. Igualmente, fue parte del taller de escritores de la Corporación Cultural Entreletras y es integrante de la Asociación de Escritores Hispanos —AEHIS—. Ha publicado a través de los Blogs Literarios Zarracatalla Poética, Poesía con Amigos e Irredimibles, y sus poemas han sido difundidos a través de portales culturales y revistas digitales, entre las que se encuentran: Soy Karmika, Sinergia Poética, Voces de Mujeres, Revista Kametsa, La Poesía del Prójimo, entre otros. Sus textos han sido divulgados en la revista digital Amanecer Llanero del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Villavicencio, en sus ediciones 1 y 2. Ha participado en las antologías poéticas denominadas: Voces en el viento de la Editorial Zarracatalla Poética, Hágase el poema de la Editorial Tintapujo, y Rapsodia del Alma de la Casa Editorial Mítico. Fue ganadora como Poeta Wilde Nacional por Colombia en el concurso organizado por la Editorial J. Bernavil año 2022, con su poema titulado «Vestigios de un resurgimiento». Presentó el programa Literalmente: Libros y Literatura, transmitido los lunes, en el espacio de 7 a 9 de la noche, hora Bogotá D.C., para la Emisora Metropolica Radio Internacional.
Tras la ventana…,
las hojas del árbol,
el cielo sediento de luz,
la espera anhelante de un mañana,
la palidez del mundo,
el ruido colmado de interrogantes,
mis ojos,
yo.
Tras la ventana…,
el golpe asiduo de la campana,
el sonido del corazón,
la aventura de hacerse pedazos,
los años que se derrumban,
la piel ajada por las ganas,
la derrota del tacto,
la flacidez del miedo,
mis manos,
este cuerpo abisal.
Afuera…,
el aleteo de lo impropio,
la aproximación a la locura,
lo estrepitoso del llanto,
el azote de la puerta que se cierra,
la tierra que se enreda con la víspera,
el hueco expectante,
el abrigo,
mi espalda expuesta al sol.
Caer.
EL BROTE DEL MUNDO
Ante mis ojos, los ojos del mundo,
la extraña forma del alma,
el cielo: su parpadeo que es uno y otro,
los cuerpos que circundan el tiempo,
la piel erizada,
la verdad vaciada en destellos.
Cada brote de espacio se esparce
a su manera,
todo ritual augura el tránsito del viento,
el llanto hace de la armadura un ciclo,
y el abrazo arrastra el quehacer amargo
del destierro.
Lo ahondado vaticina del camino
la cúspide,
el rostro se descubre por fin
para verse en sí mismo reflejado,
la mirada vislumbra un principio,
y la voz ausculta el sendero.
Lo que soy, será.
LA PERPLEJIDAD DEL CANTO
Escuché del canto de la golondrina
el dolor de la pérdida,
atenta al estremecedor tiempo
que yace bajo sus sombras,
abracé el soplo de sus alas
en este llanto mío que aún aletea
en los campos en los que alguna vez
acomodé mis huellas.
Yo que me derribo ante la nostalgia
de los montes que atravesé
en los años olvidados,
que me apresto a la compañía
del rojo que arrulla mi cuerpo carente,
yo que veo en esta tarde herrumbrada
la ausencia que se arraiga
en el amanecer,
yo…, sigo alumbrando el canto de la golondrina,
que, aligerada,
se posa en los sueños silenciosos
que hurgan en la fragilidad de la mirada.
Vestigios…