4. Año 10: INÉS OLIVARES | El odio

INÉS OLIVARES nace en Madrid en 1967. Desde muy niña se siente atraída por la poesía, y el poder de las palabras, y ya desde el colegio comienza a escribir sus primeros versos e incluso a confeccionar pequeñas revistas literarias que comparte con sus compañeras. En su paso por la universidad, participó en la creación y redacción de la revista Cuaderno Gris, y unos años más tarde, varios de sus poemas fueron seleccionados para la V Edición de Voces Nuevas, de la editorial Torremozas. A lo largo de su vida, ha continuado escribiendo poemas y relato breve, asistiendo en múltiples ocasiones a talleres y cursos tanto de poesía como de prosa, pero hasta ahora no había hecho frente al reto de publicar su primer libro de poemas, en el que recorre emociones y vivencias que todos podemos reconocer como propias en algún momento de nuestra vida.

 

 

 

DIOS ESTÁ COMO UNA REGADERA

 

 

Dios está como una regadera.

Son muchos años

de perseguir abrazos

en la boca del túnel.

Mucho tiempo ya

salvándole la vida al hombre

y el hombre a por uvas.

Y ahí sigue, dicen,

prendido de las uñas

siempre a punto de caer,

pero sujeto.

 

Cada mañana Dios te prende el aire

si está pesado el clima

y te sofocas

con sólo acariciar

tu propio miedo.

De nada sirve,

somos como trocitos de escombros

humeantes de dudas

esperando un chorro de certeza

que no llega.

Y Dios matando el gusanillo

sólo con vernos vivir.

 

Dios está como una regadera.

Son muchos años ya.

 

 

 

LA SOLEDAD Y YO

 

 

La soledad

se burla

me saca la lengua

se pone los pulgares en las sienes,

me llama

desamparo

y se vuelve a dormir.

Se cree

la soledad

el ombligo del mundo.

 

 

 

EL ODIO

 

 

El odio

no me sirve.

Si lo pongo en la mesa

se mezcla con las migas

de pan

o con recuerdos.

Si lo meto al cajón

amarillea la ropa

y luego huele a azufre

y ya no sale.

Si le doy de comer el odio

a los gorriones,

al levantar el vuelo

se chocan con las nubes

y caen en saco roto.

El odio no me sirve.

 

He pensado llevarlo

a arreglar a alguna parte

que le cambien el forro,

le pongan suela nueva,

y le den una manita

de pintura

o de besos.

Porque a mí el odio,

así,

no me sirve.

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