5. Año 10: CARLOS PATIÑO | Eva [Cuento]

CARLOS PATIÑO (Caracas, 1978); es abogado, escritor y activista de derechos humanos. Autor de la novela «La forma del tigre» (2022) y de los libros de cuentos «Los círculos concéntricos y otros relatos» (2020), «Te mataré dos veces» (2014). Premio de cuento El Nacional 2015. En 2016 fue escritor residente del International Writing Program (IWP) de la Universidad de Iowa y escritor invitado de City of Asylum, Pittsburgh. Ha colaborado con textos para El Nacional, RunRun.es, Clímax/El Estímulo, Revista Ceniza, Revista Carátula, Digopalabra.txt, La Vida de Nos, Little Village Magazine, Revista Sur, Revista Estado de Derecho, entre otras. Actualmente reside en Madrid, España.

 

EVA

«Tú ahora. Ya. Adiós. Tú ahora. Ya. Adiós. Tú ahora. Ya. Adiós».

Guillermo Meneses, La mano junto al muro

 

Era una noche oscura, sin luna. Los tres luchaban contra la an­siedad. Solo uno conocía el camino a través de estrechos callejo­nes y peligrosos senderos. Por fin tenían el dinero suficiente para conocer las artes de la misteriosa mujer. La cercanía aceleraba el morbo de los jóvenes y el sucio olor de la calle alborotaba el deseo. Al encontrarse frente a la puerta de hierro con avisos luminosos, ya no hubo dudas, entraron.

La luz roja y una nube densa les impedían ver con claridad. Intercambiaron breves palabras con el hombre que los recibió y le entregaron la plata.

—Queremos a la famosa «Veneca» —dijeron al unísono.

Sentada en un sofá estaba Eva, aguardando segura como una diosa. Sin decir nada, se levantó y los llevó a una pequeña habitación. Apenas entraron, los muchachos se despojaron de sus ropas, intentando arrancar las de la mujer. Pero Eva tenía el control y los contuvo. Se dirigió al baño y cerró la puerta; sacó de la despensa una bolsita de plástico y tapando su fosa nasal izquierda, aspiro su contenido. Como siempre sucedía, recordó el mismo verso de Cadenas, asido a su mente como una forma de no olvidar quién era, de dónde venía:

«Cuanto he tomado por victoria es solo humo».

Regresó al cuarto desnuda. Ya no era Eva, sino la Veneca. Poseyó a los chicos como hembra en celo; sobre ella cayeron manos, lenguas y sudores al mismo tiempo, y acopló su experi­mentado cuerpo al sexo de los azorados jóvenes. Y hasta hubo un momento en el que pareció disfrutarlo. Al cabo de un rato, el tsunami se convirtió en agua mansa y los muchachos quedaron tendidos en la cama, exhaustos.

Eva se vistió con calma y salió del cuarto con un cigarro en­cendido, avanzando a través del escándalo del local. Tomó unos pocos billetes que le dio el hombre tras la barra y se fue por la puerta de servicio, caminando sin prisa, hasta el taxi que creyó que la llevaría hasta su casa.

 

 

Autor: Carlos Patiño

Cuento originalmente publicado en el libro Los círculos concéntricos y otros relatos (Caligrama, 2020).

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