JOSYANA BLEU (Joselyn Adriana Piloso Campoverde) Fragmentada desde el 93, nacida en la Perla del Pacífico y actualmente residente en la Ciudad de los Cuatro Ríos. Psicóloga, capacitadora y poeta. Mi pasión es la fuerza que me mueve. Aire soy y movimiento tengo. Amante empedernida de las artes, el sentir, el ser y mis propios pensamientos. He participado en festivales literarios como el Ruido Aturde, Plumas Solidarias, Arte Libre 2.0, Martes Rotos, varios jams y eventos poéticos. Creadora del “Contenedor Azul” y creyente firme de mi revolución. Mi alma es implacable, no me abandono al caer la noche.
Cartografía del amor y otras ruinas
I. La búsqueda.
Escribo, amor mío,
deambulo las calles oscuras
de esta ciudad penetrante
y no te encuentro.
Entro en los bares,
pero no estás bebiendo.
La gente me mira,
me acusa.
Tú no vienes.
Escribo, amor mío,
no duermo, no sueño,
no me toco.
Solo te pienso,
te lloro,
te recuerdo.
Prendo una vela
a la espera de tu encuentro.
No vienes.
No te veo.
Ampr mío,
las canciones pesan,
mis ojos duelen,
friosmestan mis huesos.
Me refugio en la noche,
en el anhelo del encuentro.
Escribo, amor mío.
No vienes.
No te veo.
II. La pérdida
En esta soledad me siento otra,
distinta,
porque mi corazón es un desastre
que no ha cambiado.
Todo lo que amo arde
y se pulveriza.
En algún rincón
de esta gélida noche
pienso en él,
y en esta ciudad de sueños moribundos
pienso en mi muerte.
Me estoy consumiendo,
y él lo sabe.
Al volver a casa,
la realidad me golpeó,
anunciándome que no es mío,
que nunca lo fue.
Estoy llorando
porque ya le extraño.
No me mostró su casa,
me dejó en la vereda,
y es cierto que le amo,
pero me hizo comprender
que no soy figura propia en su boceto.
No ser parte de la vida de otros
es mi suerte.
No lo perdí,
me perdí.
Ya no soy más para él.
Nunca más.
III. La herida.
Llegamos rotos a este mundo,
buscando pedazos en otros,
llorando a padres vivos,
anhelando libertades que duelen.
El amor, en sus sombras,
mueve fieras heridas,
mientras las ausencias
marcan caminos
que no queremos.
¿Quién es capaz
de arrancarle diez años a un hombre?
¿Podría yo desatar su memoria?
¿Quién podría soportar eso,
romper la cadena
que lo ancla a su muerte?
Aquí sentada, amor mío,
frente a este corazón inválido,
ya no tengo la juventud
para equivocarme.
Dime si habrá alguna esperanza
para no faltarte,
para quedarme enterita,
mirándote.
Dime si podré,
en algún momento,
sostenerte la vida,
sostenerte siempre,
para sostener la mía.