El poeta uruguayo Jorge Palma prepara un dossier de poesía argentina contemporánea. Leemos en esta entrega al poeta LEANDRO FRÍGOLI. Nació en Lobería, provincia de Buenos Aires, Argentina, en 1979. Es poeta, apicultor y comunicador social. Es Licenciado en Comunicación Social de la Facultad de Ciencias Sociales Olavarría-UNICEN. Técnico en Producción Apícola en la Facultad de Veterinarias de Tandil-UNICEN. Especialista en Desarrollo Rural de la Universidad de Buenos Aires. Sus poemas han aparecido en las antologías Yo vengo a ofrecer mi poema. Antología de Resistencia. (Bogotá – Buenos Aires, 2021), Dramaturxia Galega Actual (Galicia, 2018), Angye Gaona o la libertad en el ala (París, 2013) y Poéticas abiertas, simultáneas y obligatorias – PASO (Tandil, 2008). Es colaborador de las revistas Marcha Digital, Revista Digital de Sudestada, Abisinia Review y Cubahora. Es columnista del ciclo radial Sincronízate de la Radio Ekko FM 92.5 de Azul. Actualmente está radicado en Azul, Argentina. El guardián de la colmena es su primer libro de poesía publicado.
POETA DE LA RESISTENCIA
a Atilio Perez Da Cuhna “Macunaíma”
Una abeja se posa en mi pulgar
detiene su movimiento
inquieto
y me destroza con su silencio.
Siento la indiferencia de su abdomen.
Ensimismada en una oración
anuncia el viaje final de Macunaíma.
¿En qué ríos los ecos se oyen como poemas?
En los misterios de algún paisaje
Benavides en modo padre
espera por tu abrazo.
Seni Labart con sus lentes gastados
guiña el ojo y escribe en el papel
uno de tus versos
la vida en la mirilla.
Siento una helada devastadora
en mis manos.
Ante un denso aire
que desprende un polvo
húmedo de certezas.
¿Una abeja es una declaración?
Ellas danzan sin dirección
dibujando el signo en la vigía
de una procesión religiosa.
Macunaíma me enseño
la poesía hay que convertirla
en armonía de pasos y velas
Darnauchans bebe
un vino en tu honor.
En el fondo Levrero cuenta:
El pensamiento es una fuerza
más fuerte que la ley de la gravedad.
Macunaíma es pecho amarillo,
peleador de los que duran
hasta el último round.
Macu, tus palabras
encienden una fogata.
Arden amapolas.
CRÓNICA DE UN ABRAZO
Un tropel de abejas escribe una pregunta en el aire:
¿Podrá Leandro Frígoli expresar
sus sentimientos?
Se mueven sin dirección
van confabulando migajas con el sol.
Son testigo de un idioma olvidado.
Un campesino apicultor del hermano Uruguay
—sin temor a la boca malintencionada —
confiesa que ha sobrevivido
al aguijón de la vida.
Ante la melancolía de los árboles
y con los ojos húmedos
entendió que es de macho
pedir un abrazo a otro hombre.
Una legión de abejas
baila frente a las acacias
como si fuera un tributo
a la tierra nuestra.
Leandro Frígoli escribe en su cuaderno
para no olvidar aquel anciano
enternecido por el aire.
LA POÉTICA DE LA ABEJA
De panal a panal
el hombre le lee poemas a sus abejas.
El relato del hombre
conserva el canto de los laureles y los eucaliptos
en su retiro hacia la calma.
No necesita un perro, un gato, un hijo:
sabe que su trascendencia está en el zumbido.
El mundo será una miel exquisita algún día,
se dice el hombre que lee poemas a sus abejas.
Ante los versos de Hölderlin
la gota se diluye en el riachuelo,
la hoja le grita a la luz de diciembre,
el trébol blanco obsequia su polen.
El hombre que lee poemas a sus abejas
hace una pausa y mira al costado de la colmena:
y ellas danzan su baile épico y cotidiano.
Con el poema vibrando en el aire de las abejas
lo imposible es una opción.
El hombre que lee poemas a sus abejas
escucha los silencios de la colonia
y ve los espacios en blanco entre las palabras.
Una abeja es una pregunta en el paladar.