Alelí Prada | La nada maternal

ALELÍ PRADA (1998): escritora, poeta, slamer, cancionista y compositora. Ha participado en varios festivales nacionales e internacionales tales como Festival Presagio de Fuego, Festival Internacional de Poesía Turrialba, XVlll Festival Internacional de Poesía de Granada, 30 aniversario del Centro Cultural España CR, entre otros. Su ópera prima es Cuando llueve sobre el hormiguero (Nueva York Poetry Press, 2021). Otros textos se pueden encontrar en revista Acróbata, Liberoamérica, Oxímoron, Atunis, Cardenal, Casa Bukowski, y en antologías como Poesía en tiempos de pánico, antología de poesía joven de Costa Rica 1982-2004, Desacuerdos 2020, Nueva poesía costarricense 2020. Actualmente, lidera su proyecto musical y literario, es columnista y escritora de artículos en plataformas como Delfino CR. Finalista del certamen Paralelo Cero Ana María Iza 2023 y actual campeona de la competencia nacional de Poesía Slam Costa Rica 2022.

 

 

DE LA LLUVIA

 

El problema de la lluvia

es que no pide permiso.

No tiene misericordia con los deseos,

ni con los cuerpos que tardaron años

en conseguir una gota de estabilidad.

No conoce la filantropía.

No le importa tu currículum.

Te aplasta equitativamente.

Entonces toca abrir todas las jaulas

y dejar la savia escurrirse en los barrotes

hasta que una estampida de caballos salvajes

pueblen los huecos que dejó el granizo.

A ver si su violencia lubrica un poco

ya sea el candado,

las llaves

o el cerrajero.

Confieso que me hundí en la discontinuidad líquida.

Resbalé en un imperio bochornoso,

titubeante,

húmedo,

trastocado.

 

Donde el agua consume todo el ecosistema

y la plasticidad no funciona,

no aquí.

No donde el día perdió su rostro.

Yo nací nadando

en lo carnavalesco de las propinas,

en la torpeza onírica,

en la médula de lo necio.

Han intentado turismo numeral

en mi espalda y en mis piernas.

Pero no soporto los trámites,

son una burocracia parasitaria,

encadenada a la temporalidad.

A mí nadie me ha limpiado el llanto.

Yo me escurro sola.

Me tiendo en los cables del patio

y me dejo secar.

Y vuelvo siempre

a la imprudencia de mojarme de nuevo.

 

 

MUSEO

 

Les advierto que no compren la guía turística.

Primero, no hay guardias de seguridad,

ni sistemas antibalas.

Debieron adivinarlo al ver mi estómago

desinflado,

deshilachando neuronas de memoria.

De todos modos,

ya están dentro.

Como ven, el espacio no es muy grande,

pero en cualquier momento,

se caen en alguna grieta.

Y la dificultad no es escalar de vuelta,

es si el cielo se quiebra en reminiscencias.

Lo sólido del barro dura unos segundos.

Estuve ahí

y fracasé en el cultivo de la sangre fría.

Soy bestia de sangre caliente.

Si quisieran souvenirs, adelante.

Les ofrezco montaña rusa en el cráter

o un paseo por el magma en bote.

Tengo la saliva de un caleidoscopio

y, el resto del museo,

aún lo desconozco.

 

A LA MUERTE

 

Recoge flores para la iglesia

que tiembla en un “acepto”,

para las madres en sus camillas quirúrgicas,

para pedir perdón,

para enterrar mascotas,

para sostener el milagro en la palma

aunque revolotee.

 

Para iluminar una ciudad doliente

Con el “aún no, aún hay tiempo”.

Pero si ves alrededor yacen sepulcros en cada párpado

Y cuervos en los botiquines.

 

Gracias.

Por desterrarnos a la nada maternal.

Nos acunó desde el primer día.

Nos dejó chuparnos el dedo,

Creernos importantes,

babear una paletilla

para luego exiliarnos a su seno.

 

Gracias, bestia,

Por movilizarnos.

Por llevarnos de la oreja

Como el niño que se niega a bañarse.

 

 

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