ANTONIO ARROYO SILVA – EL ÁRBOL DEL ESPÍRITU Elí Urbinaseptiembre 27, 2021septiembre 27, 2021Poesía panhispánica, Revista Navegación de entradas PreviousNext Antonio Arroyo Silva. Nacido en Santa Cruz de La Palma en 1957, es Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de la Laguna. Ha sido colaborador de revistas nacionales e internacionales. Ha publicado libros de poemas: Las metamorfosis, Esquina Paradise, Caballo de la luz, Symphonia, No dejes que el arquero, Sísifo Sol , Subirse a la luz. Antología esencial, 2014, (español-rumano), 2014, Poética de Esther Hughes, Mis íntimas enemistades, Ardentía, Fila cero, Bahía borinquen, Música para un arjé y Los círculos dorados. Las plaquettes Material de nube, Un paseo bajo los flamboyanes y La nada de arena. En ensayo, La palabra devagar (Idea-Aguere 2012). Está incluido en varias antologías. Ha participado en el Festival Internacional de Poesía Encuentro 3 Orillas, en el Homenaje de Poetas del Mundo a Miguel Hernández, en un encuentro de escritores alemanes e hispanohablantes en Berlín, “XX Cita en Berlín 2016”, en el Festival Internacional de Poesía de Puerto Rico, etc. Ganador del “Premio Hispanoamericano de Poesía Juan Ramón Jiménez 2018” por Las horas muertas. 3 ay el mar vana excusa del que pisa la orilla frente a frente de nada el mar que no nos moja el mar que no mojamos la chancla indiferente el choclo resentido de tanto dedo ñoño que miente en lo que pisa el mar que siempre pasa por encima de todas las cosas por encima de las muecas los moldes el mar tsunami pasa encima del poema sin pisar el encaje: hacia el cielo los peces son las aves las aves son los peces y dios dónde dios no lo veo en el escollo junto a las sirenas veo manchas si los párpados cierro y en la marea cruje una concha celeste los dos significados de la concha los dos el de aquí el de allá los dos relampaguean uno y bivalvo bífido de lengua monocorde del espíritu sale con olor a moluscos no quiere interpretar el cuerpo que lo aloja sea piedra o carnaza al oleaje izadas con pedazos de algas y vainas de cangrejo e ignora qué es liviano qué sólido: saber de no ser ah dichoso el árbol del espíritu De Ardentía. 8 Crujen las articulaciones del efímero animal que baja y nadie ve, moviendo el rabo entre la multitud que camina o se sienta y extiende como un biombo el diario. Crujen como si una avispa se fuera a hospedar en el tembleque de las taladradoras. Y nadie escucha esa voz supurando dentro de cada cual. Cada amargura está servida: mucha azúcar en tan poco café. Pero, a veces, al fondo de la taza, se refleja el viejo rostro de animal que somos. De Las horas muertas dormir al raso/ tener por techo la desnudez/ la sombra que de luz has de llenar pero sombra y abrigo no son opuestos se trata de un elemento real que identificas con el cálido embozo y algunos llaman metáfora irracional y otros simplemente asociación de ideas//estar al raso y desnudo/ los pensamientos bajo cero/ el deseo perdido en la llanura la casa traslúcida las paredes a tono con el aire circundante la humanidad al aire libre y sin escaleras sin murallas/ al raso simplemente/ al raso sin rasero como todo lo que se queda afuera cuando nos escondemos del temor o del árbol/ cuando nos escondemos de una grulla que viene de paso y decimos fundamos fundimos confundimos que la grulla es una extensión del alma y que el alma es un pájaro carpintero que mata la madera del roble por buscar una casa o un límite donde acaso perderse la blanca orfandad del invierno esa química del error/ maneras de equívoco que se mezclan no obstante con la memoria del acierto y del alejamiento paródico no pretenden izar la poesía al instante/ es una desnudez de quitarse los vestidos superpuestos y desnudarnos incluso desde dentro hacia la piel para que el agua fluya hacia el aire/ al raso pero quién me rebate que el curso de este río no desembocará en el poema que nunca quiso escribir la razón y la amplitud de miras// ese silencio fobia al horizonte ese foco de una erupción extinta y uno haciendo poses y señales dibujando la imposibilidad no como la ouija que escribe las palabras de los muertos en plena euforia de comunicación y locura sino como las palabras que acaso no dijimos por falta de lealtad por el temor al sinsentido o a lo psicosomático del tiempo y del espacio en las hojas perennes estar al raso casi de la vida de ti de mí de nuestras circunstancias estar al raso en la bahía Borinquen De Bahía Borinquen 1 Anochecen también los artilugios. Los árboles no están, ni los gorriones; las palabras no llegan a la boca que las dice ni al simple gesto que las descodifica. Alguien se va con la lluvia, se va y vuelve árbol o gorrión o palabra ya sin diente, sin canto. Lluvia blanca, árbol negro, ¿dónde la sensación de izarlos hasta el ahogo? Trazo círculos allá donde el ojo no gira y el ojo es la manzana que vi cayendo ayer sobre el césped y subió nuevamente a su manzano. Anochecen también los artilugios y la materia azul que los sostiene al instante de ser inalterables. Yo anochezco con ellos por si al amanecer no le siguiera un precario abandono. De Música para un arjé. LA MEMORIA Alguien la está vendiendo en el mercado a un precio razonable. Le cortaron un pie, una mano, un poco de cabello. La dejaron en casa y con la pata quebrada. La memoria que a los vivos entierra y desentierra a los muertos. La memoria de nadie se acuerda ya de la gran guerra —dijo Pedro—y la guagua ya no pasa a medianoche—Félix. Nadie pasa, siquiera un girasol. Alzar la mano ya no detiene el cielo de Luis Feria, no se desangra Arturo sobre el mar de un hoy imaginario. El árbol blanco de Manolo Padorno languidece, las conchas cóncavas perdieron su morada. La memoria es como Marianela quebrada y sin alijo. La memoria es pedir un permiso denegado a quien manda a callar. Nos pusieron pinzas en las pestañas: no verás más allá de este aquí de superficie. De Los círculos dorados. Facebook Twitter