Efe Rosario (Puerto Rico, 1990). Escritor, editor y estudiante doctoral de la Universidad de Cornell en Nueva York. Ha publicado dos poemarios: El tiempo ha sido terrible con nosotros (Ediciones Alayubia, 2020) y También mueren los lugares donde fuimos felices (I Premio Internacional de Poesía Juan Ramón Jiménez de Coral Gables, 2020). Algunos de sus textos han aparecido en periódicos, antologías y revistas de Puerto Rico, México, Perú, Venezuela, Estados Unidos y España. Actualmente, trabaja en su primera novela.
ESPERAN los puentes
estando la tarde enferma,
y no distingo a mi madre
con su vestido largo hasta el infierno.
Recibo un corte por encima del pecho
para decir caricia,
pero el tiempo,
el mundo,
la gloria,
saltan por encima de mí
y de mi madre.
Abajo
corre un río de nombre impronunciable.
* * *
MIENTRAS recorro vecindades
firmando testimonios,
una mujer afila espada de cal.
Entre mi pueblo y su pueblo,
entre mi gota y sus ganas,
tocó una noche a la puerta
para decir adiós y crueldades.
En rumor de viento,
llegó para morir en temblor
jurando que no había pecado,
que nada importaba bajo ley de humedad
y que entre eso y yo
ondearon banderas de sombra.
Más allá de la isla de lluvia
y fuera de mis soledades,
los tiestos se mecen
como recuerdos de armaduras.
Entre mi pueblo y su pueblo
se ha creado la soledad.
* * *
COSAS como las huellas,
los huesos, las tumbas,
no sacan del tropiezo
técnica para clavado.
Todo gira en torno a tardes,
a palas y colgar de telas.
Todo se hace tormenta de polvo,
feriado de reptil.
Queda la ocurrencia
como único testamento.
Es el tedio que siempre permite
encontrar a fuerza de pico
repetición de sepelio.
* * *
Y si te digo que soy pobre
y que me miro en un espejo
con pronóstico de diluvios de espadas.
Por eso extiendo el verso desde mi calle
y callo
hasta cortar los puentes
en laberintos de humo.
* * *
AHORA que las calles son mucho mundo
y vivo en un sitio
que es estar triste y sin ti,
tropiezo con los días
que conducían a tu encuentro.
Mañana no estarás.
Esta ha sido la promesa de siempre.
El futuro.
Hoy no se entiende la amargura,
porque en la escuela
no nos hablaron del llanto
ni hicimos esgrima con las lágrimas
ni el moco tendido sirvió
como bandera de rendición.
De todos modos,
castiga ahora el mundo.