
Constantino Molina. (Pozo-Lorente, 1985). Poeta y escritor. Abandonó los estudios de Licenciatura en Humanidades en el año 2006 y desde entonces ha trabajado en muy diferentes puestos de empleo que nada tienen que ver con la labor literaria (repartidor de guías telefónicas, pintor, camarero, ferrallista, jardinero, empleado en tiendas, supermercados y empresas de manufactura). Actualmente reside en Madrid y trabaja en la librería del Museo Thyssen Bornemisza.
Su primer libro, Las ramas del azar, fue galardonado con el Premio Adonáis 2014 y el Premio Nacional de Poesía Joven 2016. El segundo, Silbando un eco extraño, fue publicado en 2016 por la editorial Hiperión tras obtener el Premio de Poesía Alfons el Magnànim. Y el tercero, titulado Cingla, ha sido recientemente publicado por la editorial Visor tras recibir el Premio Hermanos Argensola 2020.
TAMBIÉN ACANTILADOS
No siempre acaba el mar
en apacibles playas arenosas.
También acantilados
delimitan las líneas de la costa.
No siempre
el que contempla el mar
obedece al sereno pensamiento
de la docilidad y de la mansedumbre.
Ya que también el vértigo
entiende de placeres y armonías.
MOSQUITO MÍO
Echó a volar mi sangre
en lo oscuro del cuarto.
Era la noche cuando aquel mosquito
secuestró una porción de mi sustento
y, en alas de la huida,
marchó por la ventana.
Era el mosquito mío.
El ánfora secreta
de una gota de sangre secuestrada.
También era el verano y las estrellas.
Era un morir viviendo
en liviana hermandad
del vuelo y la materia.
A UN EXPERTO EN LA MATERIA
Antes de abrir la boca
aparta tu batuta de cartón.
Apártala de aquí, de esta palabra
y de cuanto se escapa a tu sentencia.
¿Por qué no estar callado
lo que dura un poema?
Luego puedes hablar,
decir ambigüedades
o desaparecer.
Puedes irte a vivir a la montaña,
entre los verdes valles y los pájaros,
y luego regresar
dichoso de silencio y bien armado
con un bozal que guarde tu entelequia.
Piénsalo. Hay parajes que son mágicos
y un mundo de saberes por callar.
LA VENDIMIA
Yo vine, por amor, a la vendimia.
Vine para aprender a amar el aire,
el dolor y la alegría.
Vine para buscar entre las vides,
en la tibia frescura de sus pámpanas,
el son de mi ignorancia
y el acto -por hermoso y doloroso- psicotrópico.
Vine para librarme
del tostón discursivo de un filólogo,
del ansia de ser nuevo
y de los carcamales del parnaso.
Vine para no ser ni yo ni nadie.
Vine sólo por ser. Por simple amor al aire.
Y siempre que septiembre se aproxime
recodaré que estuve en la vendimia,
que vine por amor.
Que vine por amor a la alegría.
YO SOY DE LOS BUFONES
Yo soy de los bufones,
de los tontos del pueblo,
de los que beben vino de garrafa
y se juntan con vagos y maricas.
Yo también vine para entretenerte,
para alegrarte el día,
para que me señales
con ese dedo imbécil que se burla
de todo cuanto le resulta ajeno.
Yo soy de los bufones,
de los que escriben versos,
de los que hacen reír
como el pastor borracho,
la anciana perturbada o el niño amanerado.
Soy de los que no abrevan a tu vera,
de los que le dan vida, color y sentimiento
a tu existencia umbría.
Muy buenos poemas, mi preferido ha sido Mosquito Mío, lo encuentro muy original e ingenioso. Me gustan los autores que se atreven a innovar con su poesía, siempre pensamos que esta solo se usa para escribir cosas tristes o románticas, pero la verdad es que también puede abarcar una gran diversidad de géneros. Felicidades al autor.