
Cristián Brito Villalobos, Antofagasta, Chile, 1977. Es periodista de la Universidad Católica del Norte y Magíster en Letras Mención Literatura de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Ha publicado los poemarios Palos de ciego (Ed. Escritores.cl, 2010); Papeles en los bolsillos (Mago Editores, 2012); Mala poesía (Ed. Cuarto propio, 2015); El estado de las cosas (Ed. Cuarto propio, 2018) y Sala de espera (Lord Byron Ediciones, Madrid, 2019). Poemas de su autoría han sido incluidos en diversas antologías de España, Perú y Chile. Actualmente reseña libros para el periódico La Estrella de Valparaíso y para la revista Cine y Literatura.
La piscina
Una vez tuve un sueño
era niño
soñé que mi mejor amigo
se ahogaba en una piscina
me lanzaba a intentar salvarlo
lo tomaba de sus brazos
pero él era grande
y empujaba hacia abajo
recuerdo que ya muy sumergido
me miraba y sonreía
desde el verde profundo
luego salían burbujas de su boca
y finalmente cerraba sus ojos
hoy recordé ese sueño
mientras miraba
el bosque iluminarse de verde
con el sol de un nuevo día
El camino al amanecer
La noche pesa sobre el pavimento
un hombre pedalea apresurado
robustas nubes cubren el horizonte/
Al fondo está el mar
tal vez llueva
calles desiertas
el eco pesado del silencio
y 2 perros correteando
se persiguen
se olfatean el culo
y dan vueltas en círculo
pronto saldrá el Sol
los perros corren tras el ciclista
que apresurado pedalea
vaya uno a saber dónde va
a estas horas de la mañana
La enfermedad
Había una vez
un niño que escribía
no importaba dónde
así, paredes, hojas y hasta murallas
estaban llenas de sus poemas
Su madre lo encontraba lindo,
sentía que era un chico especial
sensible. Estaba orgullosa
Lo que nadie sabía
era que el niño
en realidad
no quería escribir
pero había una fuerza
como un rayo que lo atravesaba
un golpe de corriente
que lo obligaba a coger un lápiz y escribir
El niño creció y esa facultad
nunca lo abandonó
así, aquel niño que escribía sin poder parar
continuó escribiendo y se hizo poeta
Se publicaron sus libros
ganó importantes premios
viajó por el mundo
Pero había algo que lo inquietaba
y se producía en la noche
Sin hacer mucho ruido
se levantaba y buscaba un libro
leía poemas de otros autores
se estremecía
a veces lloraba
le dolía la poesía
ya no quería ser poeta
entonces aquel niño que nació poeta
decidió matar a su infancia
El hombre que escribía poemas enfermó
Una extraña fiebre lo acechó
fue al médico y lo dejaron en el hospital
murió días después
A esa misma hora
un poeta joven lo recordaba
homenajeándolo
ese poeta entendía esos poemas
también sufría de esos rayos
y sabía que era una enfermdad sin cura
Pero él, no tenía miedo
Pasó en Chile
Lo agarraron en su cama
Estaba dormido
Un rifle en la nuca lo despertó
Lo golpearon
Vendaron sus ojos
Lo subieron a un camión
Murmullos era lo único que escuchó
No sabía dónde los llevaban
Tenía miedo
El camión se detuvo
Al bajar lo azotaron con una luma
Cayó al suelo
En el calabozo pensó en su madre
Lloró tan sinceramente que tembló
No rezaba hace mucho tiempo
Pero lo hizo
Pidió no sufrir
Por la mañana lo despertaron con gritos
Los llevaron a un terreno abierto
Le ordenaron cavar un hoyo profundo
Sería su tumba
Cubrieron su cabeza
La oscuridad eterna
El disparo rompió el silencio
El eco flotó por el aire
La orden estaba cumplida
Secuelas del horror
Lloraba por las noches
la tormenta se desataba
la gente tenía miedo
Eran tiempos de locura
días de eternas pesadillas
Antes de dormir
sin falta
oraba por sus seres amados
la fe, a pesar de todo
reposaba ahí
como un muerto
esperando ser enterrado
Oscuridad
En completo silencio
la muerte observa
miedo a la noche
Cuando niño
caminar en la penumbra
era perderse
en un camino desértico
árido y seco
como la piel del difunto
El hombre muerto
Más temprano que tarde
no será recordado
y así las vidas se suceden
se mezclan
La noche llega
el día se viste de luto
Pies descalzos
El árbol envejecerá
se derrumbará
Es inevitable
Morir de súbito
el último aliento
Pies descalzos
chapoteando
en posas de lluvia
El llanto del hijo al nacer
el frío del desierto
el sol ausente
y como un árbol
llegamos y nos vamos
Carretera
Una roca
al costado del camino
dice más
que los ojos del difunto
Silencio
A la hora de la muerte
sólo quiere oír esta canción
entonces abre la palma de una mano
la cierra fuerte en un puño
y la abre nuevamente
de su mano brotó
el ensordecedor silencio
El fin del camino
Y dejarás de ver
Ojos apagados
Y volarás muy lejos
Y sabrás el secreto
Será el olvido
O el amor por el niño
Nada se puede hacer
Se entierra el cajón
El cuerpo es tierra
El alma una nube
Atravesada por pájaros
Recuerdo
El fondo existía
era duro
botellas en todos lados
ceniceros colmados de colillas
el hombre
poco quedaba del hombre
tumbado inconsciente
derrotado y estropeado
y el hombre ausente
que sueña que no es