GLORIA PORTUGAL – VOLVERÉ MAÑANA

Santa Rabia Magazine presenta 6 poemas inéditos de la talentosa poeta peruana Gloria Portugal (Trujillo 1976). Ha publicado los poemarios Insanías (2010), ganador del II Concurso de Poesía de Mujeres Scriptura, y Estrellas en el cielorraso (2016). El 2014 ganó el primer premio en la VI Bienal de Cuento Infantil ICPNA, por su libro Cuatrojos. El 2017 obtuvo menciones honrosas en el X Concurso Nacional de Poesía “Premio José Watanabe Varas” y en la VII Bienal de Poesía para niños ICPNA. Desde setiembre del 2011, es miembro de The Cloud Appreciation Society. Actualmente reside en Lima. De lunes a viernes se gana la vida como profesora de inglés. Los domingos es vendedora ambulante de baratijas. Los sábados, descansa.
 

 
S E R    C E B O L L A
 
A veces reparo en mí y
reviso debajo de mis capas.
 
Me pregunto si seguiría siendo yo
a falta de alguna.
 
Para ser cebolla necesito
estar ordenada por dentro;
 
por fuera: lucir sólida y unitaria
para no translucir mis fragmentos.
 
He de estar ecuánime
sobre la mesa hasta que un cuchillo
 
me atraviese y sin querer
haga llorar a alguien.
 
 
C A N C I Ó N   D E L   M A N I C O M I O
 
entró el olor del día/  por los huecos/  de la cortina
amaneció temprano/  se confundió/  el pobre gallo
el café/  bang-bang/  asesina  mi disforia
cerró el ojo/  con una llave/  con un cerrojo
todos los árboles/  tienen/   la piel fugaz
la alegría/  cuelga/  de los postes de luz
es rojo/  aunque tenga/  el alma azul
la nota se escribió sola/  en la servilleta/  como la historia
es un ejemplo/  pero parece/  una definición
la acera lame la suela/  mi lengua/  el zapato entero
el día es circular/  cuadrado el sol/  en el espejo retrovisor
estás vacío como el eco/  mudo/  como jirafa
olas/  no me traigan/  más que mar
¿si no uso sombrero/  para qué/   tengo cabeza?
la ganzúa se rompió/  ábrete/  sésamo
te domestica/   finalmente/   la violencia
no son clavos/  son plumas/  sobre las que sangro
música anda/  de caza/  de pesca
una bala/  dibujó/  una rosa
ciempiés/  mil dedos/  solo una hoja
¿en qué/  estás pensando/  mi amor?
qué manera/  tan elegante/  de estar muerto
lo que me queda/  de ti/  es un cabello
cuando te vea/  te diré/  que no te vi
tristeza/  perdóname/  si me gusta reír
los signos de puntuación/ me producen/ desasosiego
cría cuervos/  yo criaré/  caracoles
te leerá el ciego/  si estás hecho/  de puntitos
acaricia al gato/  descuartiza/  al diente de león
mi recuerdo/ del futuro/ se desintegra
quisiera ser reloj/  y que me miren todos/  con  preocupación
recoge tus pasos/  como monedas/  de un sol
el fulgor de la silla/  de madera/  es de seda
el crepúsculo se sentó/  a la mesa/  del comedor
lo tuyo dijeron/  fue un error/  de fabricación
todos tienen/   razón/   menos yo
abrígate/   en la caja/   del refrigerador
 

T E S T   D E   R O R S C H A R
 
Há uma coisa oculta em cada coisa que vês.
 
A L B E R T O   C A E I R O
 
1
 
El asesinato no es mi fuerte
salvo por alguna mosca indiscreta
o una cucaracha en el lugar y hora incorrectos.
Tacho las alas del insecto, soplo el carbón.
El ángel ya no puede volar.
 
 
2
 
Quid pro quo, Clarice.
Algo por algo.
Tengo tu alma.
Tú tienes mi corazón hambriento.
                                    (H. Lecter Ph. D.)
 
 
3
 
Para siempre siempre
es demasiado tiempo.
Te odiaré / amaré
hasta el fin del mundo.
Te soñaré muy fuerte
hasta que (des)aparezcas.
                        (Marilyn, en una foto de Playboy)
 
 
 
4
 
Pero el día de su cita con el cardiólogo,
en el trayecto le falla el corazón.
¿Cuánto le tomó morir?
¿Cinco minutos?
(Brubeck tocaba el piano y Desmond el saxo alto)
 
5
 
La anciana tía Sarah se despierta cada día
y pregunta: ¿aún estoy viva?
Nuestro silencio no le basta
como respuesta.
 
 
6
 
Oh Lord,
ya no deseo un Mercedes-Benz,
tampoco una TV a color.
Respirar, como cantar, cansa.
¿Por qué no me dejas entrar?
                                    (Y los pantalones de Janis cuelgan de la pared
en un Hard Rock Cafe de Hollywood)
 
7
 
Podría colgar de una rama,
viva como una flor o una hoja.
Podría florecer sin pétalos,
florecer solamente.
                        (Ofelia de Millais)
 
 
8
 
Desearía ser más que un par de piernas,
un torso, una cabeza huérfana.
Mírenme: un día laborable y yo
con traje de domingo.
Yo, el eterno habitante
de la transparencia.
                        (Los sueños del maniquí)
 
 
9
 
Una muchacha camina apurada por la vereda.
Va en dirección norte.
Aún solloza cuando en su bolsillo palpa
los pedazos de su corazón roto.
                               (Banksy usa una bolsa de papel en la cabeza)
 
10
 
Querido tú, te hablo yo,
ese que pretendo conocer
porque lo visto, lo alimento
y le guardo los secretos.
 
Sé que tú también escondes
más de lo que muestras.
(Juana se detiene a descansar junto
al féretro de su amado Felipe)
 
 
 
C O M I E N Z A   L A   F U N C I Ó N
 
 
Hoy debo ser Ofelia. Los espectadores conocen el libreto. Saben que voy a enloquecer. Solo que ahora hay modos de neutralizar a una histérica suicida. No es necesario morir.
Dejo de cantar y salgo de escena aferrada a mi prescripción médica. Hamlet, solitario, acaricia una reluciente calavera. 
Le cuesta decidir entre ser y no ser.
 
 
Q U E R I D A    V I R G I N I A
 
 
¡Al fin tengo una habitación propia! Por años tuve que compartir cuarto. El primero fue un aposento, dividido con biombos, en el que apiñados cabíamos mis cuatro hermanos, yo, mi madre y su marido nuevo. En otro, mi padre me ordenaba que dejara de escribir estupideces y que me durmiera ya, a pesar de sus ronquidos. Finalmente, me mudé a un salón con un nuevo compañero. Con él intercambiaba las horas de los días, pero por las noches nunca coincidíamos en nada: mientras él, dormido, decidía qué hacer con mi vida, yo tenía pesadillas infernales.
 
¡Ay Virginia! mi codiciado espacio siempre estuvo frente a mis narices. Tal vez nunca escriba un poema épico, una novela, un libro de cuentos. Lo cierto es que mientras restriego ollas y sartenes, al fin sola, me siento libre.
 
 
V O L V E R É    M A Ñ A N A
 
Siempre puntual como la decrepitud
o un tiburón,
el sol
nos deja en tinieblas.
 
El ocaso
es el viejo día que expira
en brazos de un gran mar
o de un humilde cerro.
 
Pero el sol no muere.
 
Solo se marcha lánguidamente
y en las rojizas nubes del crepúsculo
parece dejar escrita una promesa
que jamás incumple:
Volveré mañana.
 
 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *