JOSÉ LUIS MORANTE – VOCALES DE UN LUGAR PERDIDO Elí Urbinaseptiembre 26, 2021septiembre 26, 2021Poesía panhispánica, Revista Navegación de entradas PreviousNext José Luis Morante (El Bohodón, Ávila, España, 1956) Profesor jubilado, se dedica actualmente al quehacer literario. Creó la revista Luna Llena y coordinó durante diez años Prima Littera. Su labor poética abarca una decena de libros, desde Rotonda con estatuas (1990) hasta A punto de ver (2018), con reconocimientos como el Premio Luis Cernuda, el Internacional de Poesía San Juan de la Cruz, o el Premio Hermanos Argensola. Una amplia selección de su obra poética se recoge en las antologías Mapa de ruta (2010), Pulsaciones (2017) y Ahora que es tarde (2020). Entre sus obras en prosa están el diario Reencuentros, el libro de entrevistas Palabras adentro y Protagonistas y secundarios, selección de artículos y reseñas. Ha preparado las ediciones Arquitecturas de la memoria, sobre Joan Margarit, Ropa de calle, sobre Luis García Montero,e Hilo de oro, sobre Eloy Sánchez Rosillo; también prologó libros de Luis Felipe Comendador, Herme G. Donis, Javier Sánchez Menéndez y Karmelo C. Iribarren. Ha publicado los libros de aforismos Mejores días (2009) y Motivos personales (2015) y Planos cortos (2021), la antología Migas de voz (México, 2021) y la edición de Aforismos e ideas líricas de Juan Ramón Jiménez (Sevilla, 2018). En 2016 puso voz a la primera generación poética española del siglo XXI en la antología Re-generación. Colabora como crítico en la revista Turia y en el suplemento digital de Infolibre. Es responsable del blog literario “Puentes de Papel” (http://puentesdepapel56.blogspot.com) POEMAS ACERCA DEL SUEÑO A Irene Qué es el sueño, preguntas, con la abrumadora ingenuidad de quien me presupone una respuesta. Y yo salvo el escollo modulando una frase convulsa en la retórica de los desconciertos. Te digo: el generoso don que la fatiga obtiene de la noche, una brizna de luz escalando la sombra, el envés de una historia cotidiana y absurda; tú misma, hija mía, cada palabra tuya, cada gesto. No sé si el sueño es potestad del hombre o comparten los sueños animales y cosas. Ignoro de igual modo qué hilo teje su textura de seda, qué alzada confabula su hermética apariencia o qué brújula guía la estela de sus viajes. Sé que hay sueños tristes y gozosos, oscuros y diáfanos, ocasionales y obsesivos; sé también que hay sueños tan hermosos que el tiempo los indulta y perseveran, y no envejecen nunca. II Para Ana Hay sueños que una noche consumen su existencia y otros que se prolongan con los días. Simulan los primeros una especie común de lepidópteros y acaban siendo pasto del trastero y del polvo, como un experimento vanguardista. Levísimos planetas alumbran los segundos, como estrellas fugaces que convocan múltiples y azarosas travesías. Ante nuestra mirada sus figuras componen un paisaje celeste, intangible materia en sereno reposo, donde habita la luna del deseo. (De Causas y efectos, 1997) E-MAIL Bajo la noche solos, usando las palabras como inconscientes varas para tocar lo otro IDA VITALE El mensaje conciso, sin tallo emocional, sin hojarasca; sólo el misterio de la transparencia y el hilo concesivo del discurso coherente. Que el teclado perciba desnudez, eficacia, y la respuesta fiel del mensajero. (De Ninguna parte, 2013) ELOGIO DE LA POESÍA Yo que en la vida solo he conocido la rosa de presencia fugitiva ANA ENRIQUETA TERÁN El poema, contra todo pronóstico, burló el feroz asedio de la noche. perdió en la fuga varias metonimias, una excelsa metáfora, fragmentos de una elipsis y dos comparaciones ajadas por el uso. Pero salvó, sin mácula, el misterio, el latido tonal de la emoción y un argumento breve, necesario, para no aparecer como un asunto nebuloso y hermético. Después se tendió al sol de la mañana y tomó nueva fuerza para el viaje campo a través de la caligrafía. Del futuro destino hallamos rastros en cierta librería anticuaria, o en los ojos de un joven que sospecha que acaso pueda repetir la huida. (De Causas y efectos, 1997) EL GORRIÓN Nómada todavía en la ladera azul del horizonte, el gorrión acampa junto al césped maltrecho que guarda mi sombrilla. Alzo curioso el párpado y más allá de mí el pico engulle un cómplice silencio sensorial. A resguardo, las alas se remansan, suturan un paréntesis fugaz; los pliegues del plumaje son destellos de sol sobre los hombros. Cumplida la tarea, se adentra en lo distancia la renacida alquimia de voluntad y vuelo. Pone tildes el aire en las vocales de un lugar perdido. Sin pronunciar palabras, queda en el surco abierto del testigo el rumor apacible de lo que permanece; el tanteo frugal que cobija la ausencia. Después, todo retorna; es alegría intacta la lumbre del comienzo. Otra vez, solitario, vuelvo al libro y perdura en el opaco limo del poema ese punto de quiebra de otro vuelo, el reclamo oferente de una miga de pan. (inédito) Facebook Twitter