
José Luis Morante (El Bohodón, Ávila, España, 1956) Profesor jubilado, se dedica actualmente al quehacer literario. Creó la revista Luna Llena y coordinó durante diez años Prima Littera. Su labor poética abarca una decena de libros, desde Rotonda con estatuas (1990) hasta A punto de ver (2018), con reconocimientos como el Premio Luis Cernuda, el Internacional de Poesía San Juan de la Cruz, o el Premio Hermanos Argensola. Una amplia selección de su obra poética se recoge en las antologías Mapa de ruta (2010), Pulsaciones (2017) y Ahora que es tarde (2020). Entre sus obras en prosa están el diario Reencuentros, el libro de entrevistas Palabras adentro y Protagonistas y secundarios, selección de artículos y reseñas. Ha preparado las ediciones Arquitecturas de la memoria, sobre Joan Margarit, Ropa de calle, sobre Luis García Montero,e Hilo de oro, sobre Eloy Sánchez Rosillo; también prologó libros de Luis Felipe Comendador, Herme G. Donis, Javier Sánchez Menéndez y Karmelo C. Iribarren. Ha publicado los libros de aforismos Mejores días (2009) y Motivos personales (2015) y Planos cortos (2021), la antología Migas de voz (México, 2021) y la edición de Aforismos e ideas líricas de Juan Ramón Jiménez (Sevilla, 2018). En 2016 puso voz a la primera generación poética española del siglo XXI en la antología Re-generación. Colabora como crítico en la revista Turia y en el suplemento digital de Infolibre. Es responsable del blog literario “Puentes de Papel” (http://puentesdepapel56.blogspot.com)
POEMAS
ACERCA DEL SUEÑO
A Irene
Qué es el sueño, preguntas,
con la abrumadora ingenuidad
de quien me presupone una respuesta.
Y yo salvo el escollo
modulando una frase convulsa
en la retórica de los desconciertos.
Te digo: el generoso don
que la fatiga obtiene de la noche,
una brizna de luz escalando la sombra,
el envés de una historia
cotidiana y absurda;
tú misma, hija mía,
cada palabra tuya, cada gesto.
No sé si el sueño
es potestad del hombre
o comparten los sueños animales y cosas.
Ignoro de igual modo qué hilo teje
su textura de seda,
qué alzada confabula
su hermética apariencia
o qué brújula guía
la estela de sus viajes.
Sé que hay sueños tristes y gozosos,
oscuros y diáfanos,
ocasionales y obsesivos;
sé también que hay sueños tan hermosos
que el tiempo los indulta y perseveran,
y no envejecen nunca.
II
Para Ana
Hay sueños que una noche
consumen su existencia
y otros que se prolongan con los días.
Simulan los primeros
una especie común de lepidópteros
y acaban siendo pasto
del trastero y del polvo,
como un experimento vanguardista.
Levísimos planetas alumbran los segundos,
como estrellas fugaces que convocan
múltiples y azarosas travesías.
Ante nuestra mirada sus figuras componen
un paisaje celeste,
intangible materia en sereno reposo,
donde habita la luna del deseo.
(De Causas y efectos, 1997)
Bajo la noche solos,
usando las palabras
como inconscientes varas
para tocar lo otro
IDA VITALE
El mensaje conciso,
sin tallo emocional,
sin hojarasca;
sólo el misterio
de la transparencia
y el hilo concesivo
del discurso coherente.
Que el teclado perciba
desnudez, eficacia,
y la respuesta fiel
del mensajero.
(De Ninguna parte, 2013)
ELOGIO DE LA POESÍA
Yo que en la vida solo he conocido
la rosa de presencia fugitiva
ANA ENRIQUETA TERÁN
El poema, contra todo pronóstico,
burló el feroz asedio de la noche.
perdió en la fuga varias metonimias,
una excelsa metáfora,
fragmentos de una elipsis
y dos comparaciones ajadas por el uso.
Pero salvó, sin mácula, el misterio,
el latido tonal de la emoción
y un argumento breve, necesario,
para no aparecer como un asunto
nebuloso y hermético.
Después se tendió al sol de la mañana
y tomó nueva fuerza para el viaje
campo a través de la caligrafía.
Del futuro destino hallamos rastros
en cierta librería anticuaria,
o en los ojos de un joven que sospecha
que acaso pueda repetir la huida.
(De Causas y efectos, 1997)
EL GORRIÓN
Nómada todavía
en la ladera azul del horizonte,
el gorrión acampa
junto al césped maltrecho
que guarda mi sombrilla.
Alzo curioso el párpado
y más allá de mí
el pico engulle
un cómplice silencio sensorial.
A resguardo, las alas
se remansan,
suturan un paréntesis fugaz;
los pliegues del plumaje
son destellos de sol sobre los hombros.
Cumplida la tarea,
se adentra en lo distancia
la renacida alquimia de voluntad y vuelo.
Pone tildes el aire
en las vocales de un lugar perdido.
Sin pronunciar palabras,
queda en el surco abierto
del testigo el rumor apacible
de lo que permanece;
el tanteo frugal
que cobija la ausencia.
Después, todo retorna;
es alegría intacta la lumbre del comienzo.
Otra vez, solitario,
vuelvo al libro y perdura
en el opaco limo del poema
ese punto de quiebra de otro vuelo,
el reclamo oferente de una miga de pan.
(inédito)