Juan David Torres |La verdad de lo efímero

Juan David Torres, poeta, escritor, promotor cultural y literario, nació el 24 de octubre del año 2004 en Cereté- Córdoba, Colombia. Hace parte de un colectivo de jóvenes llamado Kiabjelú dónde se comparte el arte, la cultura, el apoyo a jóvenes, la promoción literaria, poética y demás. Ha publicado poemas en plataformas y revistas digitales como La poesía del prójimo, Revista Kametsa, Revista Vórtice, Revista Isliada y casa Bukowski, en esta última es embajador y representante desde Colombia en busca de voces poéticas. Director del programa radial Desencuentros, ha recitado en espacios tradicionales y en medios virtuales creando propuestas en énfasis social y cultural.

 

 

 

Enfrentamiento

 

Lejos de casa, tres mujeres en un cuadro ponen sus ojos

y reconocen las cosas que he traído en los míos,

mantengo la consciencia de haberme llevado cada objeto en su forma

pero en su declaraciones, nunca será ofrecida una amnistía de tolerancia.

 

La virgen, la anciana, la niña, perforan las paredes

y expresan en recuerdos e ideales la masacre del pasado,

apenas tan noble e inocente, que podían ver con sus ojos delirantes

a través de mí.

 

Quisiera recoger las llaves del suelo y abrir las puertas

que me lleven de vuelta al sitio donde conocí la pena,

tan de cerca, tan aliada, tan amiga, que supo donde cortar

para meter la brasa ardiendo.

 

Huyendo vamos porque no nos puede sostener

lo que debería sostener, se pierde el equilibrio, la razón, la casa,

se pierden las estrellas y solo se recogen de la habitación

tres señalamientos:

un crucifijo, un vestido blanco y una rebeldía omnipresente.

 

 

 

Las creencias

 

 

He creído en la verdad de lo efímero

en cada uno de los besos que ya no son nada

 

y en las valientes travesías por una piel cubierta de espinas

 

He creído en lo imposible

en una mirada ciega capaz de atravesarme con malicia

en la separación de las mariposas negras

y en la eternidad de los sonidos que hacen las vitrinas.

 

¿Para qué creer?

– Me pregunta la sombra en la pared-

Si tú eres un barco en el naufragio de lo incierto

y la fértil semilla de dónde nacen los pecados

lo prohibido

el callado ángel que vive en el destierro

y la fruta madura a punto de caer

del árbol donde se posan los buitres.

 

 

 

Memoria

 

En esta habitación transcurren mis recuerdos, libres y vivos,

mi madre desnudándome para meterme a una bañera de cemento

la madre de mi madre que introduce sus dedos entre mi cabello

una y otra vez sin detenerse

una sonrisa, mi piel de ébano tan suave, mis manos pequeñas,

las muestras de amor que tenía mi padre, quién dejó su hombría en el olvido por unos años

 

Se pasea la memoria

quién expone los recuerdos en un plato de cerámica

dónde puedo cortarme en pedazos bien repartidos

que siempre se regeneran con el dolor.

 

 

Apareamiento

 

Amanece

y el dolor también despierta conmigo,

despierta la ausencia perenne de un beso que recibía

luego de abrir los ojos.

El dolor que es un portal, me transporta

hacía el lado derecho de la cama en aquella habitación

donde la ausente fumaba un cigarro, se aplicaba un tónico en la nariz

y tomaba café como una buena ermitaña;

yo sentía su calor, su respiración, su corazón latiendo

sentía como bajaba por su garganta el sorbo de café

y lloraba en silencio, se acostaba lentamente

y cerraba los ojos

como si quisiera olvidarse del mundo

como si quisiera olvidarse del dolor,

sin embargo

mientras su cuerpo muerto descansa,

su dolor y el mío se aparean

hasta multiplicarse.

 

 

 

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