
PECES
Las ideas ¿no son los peces del pensamiento?
H. D. Thoureau
Miro la nervadura
de mis párpados dentro:
arterias rosas sobre el fondo blanco
de la inactividad.
Intento no pensar en lo que pienso,
en el modo veloz y escurridizo
con que escapan de mí los pensamientos.
Me pregunto si soy yo quien me piensa
o si es el pensamiento
ese pez que me mira
y luego se zambulle mar abajo.
He abierto los ojos.
Un puñado de escamas
se deshace en mi mano.
RELIEVE
¿Por qué nos reconforta contemplar
el relieve azulado de la sierra
recortándose al fondo del paisaje,
qué promesas antiguas
dibuja en nuestras venas
su perfil afilado?
Y el olor de la leña,
¿de qué felicidad
misteriosa y atávica
nos hablan sus aromas, qué relato
de alimento y refugio,
de caza y salvación se nos aviva
en el humo sereno de la hoguera?
¿Qué cosas no sabemos aun sabiéndolas?
¿De qué rincón salvaje de nosotros
nos habla la montaña?
OBJETOS
Está la silla en la que se sentaba
buscando el aire fresco
de la parte de atrás.
Es una buena silla.
Su silla favorita.
Aguanta en una esquina bajo el porche,
al lado del jazmín que tantas veces
ella misma podó.
También el costurero,
de pino y con dibujos floreados,
al que aún hoy recurro
cuando pierdo el botón de una camisa.
Asusta comprobar que el mismo hilo
con que coso mis prendas
fue elegido por ti,
que en tus días alegres de verano
vestiste el delantal que ahora me pongo.
Contemplo los objetos que decoran
el salón de mi casa y repaso sus huellas
e imagino qué cosas
podrán sobrevivirme y si sabrán
también llorar mi ausencia como llora
tu silla en la terraza.
Hay algo de mi muerte en cada objeto,
algo sólido, tonto, intrascendente,
tan breve y pasajero como yo,
que me agarra a la vida.
SENCILLEZ
Y quiero escribir cosas
como que hoy hizo frío
y que empieza noviembre.
Que los cielos de ahora
siguen siendo los cielos más hermosos
y que amo la casa en la que vivo.
Que a veces me recorre
una tibia cosquilla de querer perdurar,
pero siempre las cosas de diario
acaban por teñir ese destello
con su propio relumbre cotidiano.
Y quiero escribir agua
borboteando en el cazo,
boniatos en el horno
o lámpara de luz en la mesilla.
Retener un instante este momento
en que duermen las cosas allá afuera
y todo se concentra en este útero
cerrado de la casa.
Escribir por ejemplo
que el día se termina,
y que no pasa nada.