MARÍA GARCÍA ZAMBRANO – LAS BENDICIONES CURAN Elí Urbinajunio 1, 2021junio 1, 2021Poesía panhispánica, Revista Navegación de entradas PreviousNext María García Zambrano (Elda. Alicante. España. 1973). Es licenciada en Periodismo y posee estudios de doctorado en literatura en la Universidad de Sevilla, posgrado en Letras Modernas en la Universidad Paris-Diderot, estudios de lingüística en la Pontificia Universidad Católica del Perú, y poesía hispanoamericana en Buenos Aires. En la actualidad trabaja como profesora de literatura en Madrid, donde reside. Además, imparte talleres y seminarios de poesía escrita por mujeres y colabora como crítica literaria en publicaciones españolas como Turia, o Nayagua. Tiene cuatro libros publicados: El sentido de este viaje (Aguaclara, 2007); Menos miedo (Premio Carmen Conde de la Editorial Torremozas y semifinalista del Premio Ausiàs March al mejor poemario del 2012); La hija (El Sastre de Apollinaire, 2015); Diarios de la alegría (Sabina, 2019). Sus versos aparecen en antologías como A poema abierto. Universidad de Salamanca. 2020; Insumisas (Baile del sol, 2019); En legítima defensa. Poetas en tiempos de crisis (Bartleby Editores); o Voces del Extremo. Poesía y resistencia (Editorial Amargord, 2014). Y en las revistas: Turia, Revista de Occidente, Tendencias21, El coloquio de los perros, Nayagua, La libélula vaga, o Nervo (revista de poesía portuguesa). Sus versos están traducidos al rumano, portugués e italiano. Forma parte de la asociación de mujeres poetas Genialogías. Partida de nacimiento Yo nací atada a un árbol con almendras, un tronco duro que había que limpiar en el invierno. Flores blancas perfumaron el hueco donde a veces me escondía hundida hasta los ojos. Del mar solo recuerdo el hambre, una hilera de sillas mirando el horizonte, castillos destrozados, juguetes rotos. Yo nací con frío en los molares, sin tiempo de jugar a las muñecas, con el miedo disuelto en leche de papilla. Una vez fui sola al cementerio a regar las flores de mi tumba. © Menos miedo. Torremozas. 2012 *** Soy la dulce letanía de los niños muertos en este hospital. La silenciosa que seca sus lágrimas. La que reza por cada neonato. Soy el asombro el miedo el ahínco el paso firme por baldosas que se mueven. (Mis labios pueden amar la espina besar los bordes afilados de la rosa). Soy la madre asistida por la madre y firmamos el armisticio con los bisturíes. (Mi cuerpo se bate contra la patología). Soy la escriba que registra el latido de una vida encarnada en la magia. (Las manos no se ahogan en un mar que anega camillas y goteros). Soy recipiente de un líquido inflamable. La tierra el surco el árbol la luz alógena de este amanecer. (Hundo mis pies en lo real y te libero, hija mía, de los falsos sabios). © La hija. El sastre de Apollinaire. 2015 *** LA TRISTEZA Todas las madres que soy debíamos hablar aproximar posturas organizar un plan de acción para que no se desparramen leche lágrimas suero medicamentos. La madre bandada de pájaros que espera la primavera para regresar a su nido sentada en la única silla que no está rota. La madre jeringa de leche para un gorrión se posa en la ventana. La madre en carne viva sin ninguna medicina que la cure. La madre esperanza que ata sus dedos al viento y anhela la mueca que suture de una vez la herida. Todas las madres reunidas alrededor de un cuerpo que redime con sus escasos centímetros resolvemos: hilvanar con un hilo esta tristeza la desesperación de no ver a LA HIJA solo un cuerpo que se desborda e inunda los ojos la boca el corazón. © La hija. El sastre de Apollinaire. 2015 *** Desde la médula I Escucha al árbol su no fragilidad desciende a la raíz imperturbable. – Creíste conocer la transparencia del amor el centro oscuro de la luna sabiduría vana frente al hueco donde albergar la gratitud un día de verano – II Con el silencio el movimiento medular de estos álamos todo lo cuidan. © Diarios de la alegría. Sabina editorial. 2019 *** Las bendiciones curan bien dicha la palabra Amor desgarra el cielo que te cubre tus bronquios danzan al compás de una música amantísima y abres tu boca de Mirla sobre los glaciares – mudas en polvo esquelas talladas para ti – pero no es la hora – erróneamente limpiaron los nichos – no es la hora bien dicha la palabra Amor funde los metales los convierte en esta luz porque no bastará con la poesía un ave nos ha traído tu corazón las manos pueden sentir el peso del aire aferrándose a los muros el deshielo de la voluntad inmóvil todavía sobre la herrumbre sobre el frío de este páramo porque hemos sembrado Amor y compartimos las palabras benditas las bendiciones curan una diminuta llama alumbra ahora un planeta donde nunca amó nadie (inédito) *** Facebook Twitter