VALERIA SANDI PEÑA. Nació en Santa Cruz, Bolivia, en 1991. Escritora, y abogada. Publicó los poemarios Ambidiestros (2014) en coautoría, La luna lleva sal, (2016, 2018), Rincón de lluvia (2018,2019,2022), Raíz de Ceniza (2020), Antología poética Lluvia de Sal (2022). Ha participado en festivales y encuentros nacionales e internacionales. Forma parte de la editorial Literatelia para Bolivia y la revista Galería del Alma (México). Dirige el colectivo literario Trueque Poético y el Festival Internacional de Poesía Joven Jauría de Palabras. Ha recibido las distinciones de poeta joven con potencial para compartir otorgado por el Centro Cultural San Isidro 2018 y por su aporte y dedicación constante a la cultura del país por el Ministerio de Culturas y Turismo de Bolivia 2019.
Frascos de tiempo
Hay
quienes derramamos nuestra sed
junto al primer sol, que ahora
solo es
una sombra redonda, golpeada en la pared
dejando de germinar días.
Y en la tarde
somos el caldo
del que bebe
cada día la vida
y a cambio, nos devuelve
nuestros restos desperdigados
en frascos de tiempo sin memoria.
Está húmeda la noche
Cuando el lago
carga dentro suyo
los huesos
de sus habitantes
extinguidos.
Y yo
no soy más que la represa
de los ojos
Que ya no sueñan ríos.
El mar de Barranco
A esta hora
solo miraba
la sábila en tus ojos
Cuando el amor trenzo su arena
en estos pies descalzos
y el sol fue la navaja del día.
Sí, en Lima
cada marea
vuelca una ilusión
y no se estremecen
las rocas
cuando otro pájaro
cae dentro de la espuma.
Hoy
mi espejo tiene un mar
de palabras
cargo el oído pesado
por tu búsqueda
y llega la voz líquida
a diluir el recuerdo.
Un Barranco
patrulla mi herida
En el puente de los suspiros
también se respira
con la luz cortada.
Sin sábila de tus ojos
se oscurece la escena.
El tiempo
es palabra tostada
este cuerpo
espuma de la tarde
cuando escucho
que cada ola
recoge tu adiós.
Rincón de lluvia
Hoy
se abre
gatillando sombras
el telón de la noche
en nuestro cuerpo
se acerca la sentencia
de fondo un árbol.
Los recuerdos
se derraman
en tajos
la mirada
se nos puebla
de fosas.
Sin hilván
la memoria cae
nos volvemos
tierra blanda
con el rostro perdido.
Llegada la sentencia
desde nuestra
nítida oscuridad
pedimos al tiempo
como juez de luto
un rincón de lluvia
como última patria.